lunes, 28 de abril de 2014

Brillos de la azotea - Ángeles Mora


La Asociación del Diente de Oro continúa con la poesía una noche más. Brillos de la azotea tiene el gusto de recibir a una prestigiosa poeta cordobesa. La velada se celebrará en la terraza-mirador del hotel Fontecruz.

Ángeles Mora
Lunes, 5 de mayo de 2014
21 horas

Presenta: Ioana Gruia





Ángeles Mora (Rute, Córdoba). Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Granada, ciudad donde vive desde comienzos de los años 80. En 1982 publicó su primer libro de poemas: Pensando que el camino iba derecho. En 1985, La canción del olvido. En el año 89, La Guerra de los treinta años, “Premio Rafael Alberti” de poesía (1990 y 2005). De 1990 es también La dama errante. Otros libros suyos: Antología poética (1995); Cámara subjetiva (1996); Caligrafía de ayer (2000); ¿Las mujeres son mágicas? (2000). Con Contradicciones, pájaros (Visor, 2001) obtuvo el “Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla”, libro que ha sido traducido al italiano (Torino, Edizioni dell’Orso, 2005). Asimismo en el 2005 aparece su Antología poética en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Último libro publicado: Bajo la alfombra, Visor, 2008. Coautora, junto con Teresa Gómez, de los textos poéticos para el espectáculo flamenco: De entre la luna y los hombres, 2007, que protagoniza la bailaora Fuensanta ‘La Moneta’.
Actualmente colabora como columnista de opinión en el periódico Granada Hoy y con poemas y reseñas críticas en diversas revistas literarias. Coordina con Antonia Ortega Urbano el Ciclo “Memoria Joven. Encuentros”, en la Mediateca “Francisco Ayala” de Caja Granada, donde la poesía se encuentra con la música, la pintura, el videoarte, la fotografía, etc.  


Y un poema para saborear de su último poemario:

SABER DE TI 

Frío cristal, cómo te introduces
entre yo misma y yo
SYLVIA PLATH

La soledad llega un día
y sabe a ti,
es algo tuyo ya,
como el sonido de tu voz
que sólo tú oyes desde dentro
y nunca nadie más conoce
cómo suena tu voz en ti,
cómo sabe tu soledad.

La soledad viene poco a poco
pero de pronto un día abre la puerta
y es como si la estuvieras esperando
desde siempre.
Entonces se convierte en tu doble,
se viste con tu ropa,
tiene tu rostro,
ama como tú misma
la luna en la ventana del verano,
mira con tus ojos
el espejo del alba,
mastica el dolor o el amor
en tus labios.

Pudo pasar de largo desgranando
nuevos olvidos y reclamos de ti,
pero llega
para quedarse un día.
Se amolda a tu sonrisa triste.
Te deja su amargura
o su dulzor inconfundible
—sólo cosa tuya—.

La reconoces,
la estabas esperando.
Es tu soledad, sabe a ti,
sabe de ti.
En el agua de tus ojos
se baña.

(De Bajo la alfombra)


domingo, 13 de abril de 2014

Brillos de la azotea - Xavi Rodríguez


Después del inciso en la rutina que supone Semana Santa, la Asociación del Diente de Oro no da tregua a la poesía y la cultura. El lunes, Brillos de la azotea será visitado de nuevo por los versos catalanes. El encuentro en la terraza-mirador del hotel Fontecruz (Gran Vía, 20)


Xavier Rodríguez
Lunes, 21 de abril de 2014
21.00 horas

Presenta: Marta Badia





Xavier Rodríguez Ruera (Barcelona, 1975) cursó estudios de Filología Hispánica, Filosofía, Humanidades y Fotografía. Combina la creación literaria con los contratos temporales en la Administración Pública. Es autor del poemario Suburbio y Lejanía, publicado en 2012 por ed.Oblicuas, del poemario inédito en catalán Roc en dol, y del también inédito Los bíceps de Caronte. Reside en Barcelona.



Un poema para calentar motores:


        Para los más desdichados, ya no servían las tablas
de la ley, sino la triste sábana de los anuncios clasificados
que publicaba domingo tras domingo aquel diario, y ante
la cual rezaban, sin demasiadas ganas.
Noche revuelta con las maletas a la puerta del dormitorio
en blanco, flechas de la ansiedad perforando la carne
insolidaria y sometida a la carcajada de una violencia
estructural, more rive gauche.
Los martes, la luz amanecía diferente, y en la mochila
cargaba con cervezas robadas que vaciaba una tras otra
en las hondas terrazas sobre las cuales dibujaban su extenso
laberinto las estrellas; cargada de veneno, brillaba Venus,
cercana y amarilla como un vientre de abeja.
En el bar donde trabajaba sin contrato, el hilo musical
reproducía la voz nasal de Dylan, gimiendo como un perro
mojado por la lluvia que corre tras el tren. ¿Qué tren? Era imposible
saberlo.
Sentía el peso de los ojos de los hombres oscuros que observaban
su cuerpo al caminar, calibrando en silencio la secreta pujanza
de sus nalgas.