La Asociación del Diente de Oro tiene el placer de invitarles a una nueva lectura del ciclo Raro de lunes, donde tendrá la suerte de recibir a uno de los poetas más comprometidos con la belleza.
Virgilio Cara
Presenta: Alejandro Pedregosa
Lunes, 24 de febrero de 2020
C/ Blanqueo de San Cecilio (Campo del Príncipe)
Virgilio Cara (Granada, 1964) es licenciado en Filología Española y es profesor de enseñanza secundaria.
Ha dirigido, entre 1999 y 2007, la revista literaria Los Papeles mojados de Río Seco en cuya colección de Libros Perdidos ha colaborado en la publicación de sus tres primeros títulos: Primeros Poemas de Juan Ramón Jiménez, Siete Romances de Joaquín Romero Murube y Ramoneo de Ramón Pérez de Ayala.
Ha publicado textos de creación y de crítica literaria en revistas como Antaria, El Fingidor, Letra Clara o El coloquio de los Perros.
Durante los años 2012 y 2013 organizó las actividades literarias de la Casa Molino de Ángel Ganivet y prologó el volumen La Luz humana (Tres aproximaciones a la obra de Ángel Ganivet) que recoge algunas de las conferencias leídas durante ese periodo.
Actualmente coordina y asesora la colección de poesía O gato que ri de Entorno Gráfico Ediciones.
En poesía ha publicado: Los años que pasé fingiendo (Colección Genil, Diputación provincial, 1998); No he visto lo que he visto. Epistolario apócrifo (Hiperión, 2004); Región del desengaño (Point de Lunettes, 2009); Las Hojas Secas (plaquette de la colección Vitolas del Anaïs, Asociación del Diente de Oro, 2009); Selección de poemas recogida en el volumen Granada. En lo oscuro y en el agua, recopilada por Juan Varo Zafra (Diputación provincial, 2006). Su último libro es La mitad de la fama (Hiperión, 2019).
ALI AL NAFZI SE RETIRA A DESCANSAR
A Rafael Juárez
Dicen de mí que he sido,
durante el ejercicio prolongado
del cargo que ocupara en esta corte,
de carácter pacífico y actitud ponderada,
que supe preservarme
tanto del mentecato adulador
cuya boca envenena,
como del intrigante que acaba con el sueño.
Y, si hay algo de cierto en la opinión
de quienes esto afirman,
no a otros se lo debo sino a aquellos
con los que conocí la virtud del estudio;
a Abu-Bar al-Kafif quien me instruyera
en las correspondencias de los nombres
y en los falsos sentidos con que, a veces,
las palabras ocultan la verdad;
interpreté los textos con Abu
Zayd al Suhayli, fiel conservador
de las leyes sagradas
pero dúctil y pródigo aplicando justicia;
y fui, también, discípulo (Dios guarde
su memoria) de Abu Marwan Quzman,
del que un día lejano recibiera
conocimiento y júbilo.
Lo que ellos me enseñaron traje aquí,
hasta estas tierras fértiles que han visto
pasar mis años (como pasa el río
que baña sus murallas).
Y aquí habrá de quedarse cuanto he escrito
acerca de la ley, mis comentarios
sobre el hombre y la paz, y los poemas
con los que me atreví, algunas madrugadas.
Me dicen que he cumplido mi trabajo
con honradez y fe, sin obligarme
en pasiones efímeras
ni en fugaces ideas;
y que es tiempo, por fin, de abandonarme,
alejado de pleitos y traiciones,
al placer que tan sólo proporcionan
las cosas naturales.
Entre ellas, en el huerto junto al Dauro
que hace poco adquirí, pensando en mi retiro,
haré balance ahora, más dueño de mí mismo,
del valor verdadero de la vida.