La Asociación del Diente de Oro os desea que sea un feliz año lleno de literatura este 2014 que acaba de comenzar. Para contribuir a que no falte la poesía retoma lo antes posible su ciclo de lecturas. Así, tiene el placer de invitaros a que compartáis una velada de Brillos de la azotea con una de las poetas más dulces que habitan la ciudad. Como es ya costumbre, en la terraza-mirador del Hotel Fontecruz (Gran Vía, 20).
Ioana Gruia
Presenta: Ángeles Mora
Presenta: Ángeles Mora
Lunes, 13 de enero de 2014
21 horas
Ioana Gruia (Bucarest, 1978). Es investigadora y profesora de literatura comparada en la Universidad de Granada. Ha publicado la novela La vendedora de tiempo (Renacimiento / Espuela de Plata, 2013), con prólogo de Luis García Montero. En 2011 obtuvo el Premio Andalucía Joven de Poesía por el libro El sol en la fruta (Renacimiento, 2011), que se publicará próximamente en francés y en rumano. Es autora igualmente del ensayo Eliot y la escritura del tiempo en la poesía española contemporánea (Visor, 2009). También fue finalista del Premio Federico García Lorca de poesía de la Universidad de Granada en 2002 con el libro Otoño sin cuerpo (Fundación Federico García Lorca y Universidad de Granada, 2003) y ganadora del mismo premio en la modalidad de cuento en 2007 con el cuento Nighthawks (Fundación Federico García Lorca y Universidad de Granada, 2008).
Como anticipo, un poema extraído de El sol en la fruta:
Los limones
Ya no recuerda mucho aquel encuentro:
sólo el olor, el embriagante olor de los limones,
y el resplandor solar de sus cortezas.
El hombre dijo: nunca
te dejaré.
Y nunca volvió a verlo desde entonces.
Después ella se fue lejos del pueblo.
Ya no le queda mucho por vivir
y siente sólo rápidos destellos
de amor, amistad, odio o compasión
hacia personas que ahora son espectros.
Pero el olor, el embriagante olor de los limones
nunca la abandonó. Cierra los ojos
y encima de su rostro ve las frutas
y el resplandor solar de sus cortezas.
l'odore dei limoni
Eugenio Montale, "I Limoni"
sólo el olor, el embriagante olor de los limones,
y el resplandor solar de sus cortezas.
El hombre dijo: nunca
te dejaré.
Y nunca volvió a verlo desde entonces.
Después ella se fue lejos del pueblo.
Ya no le queda mucho por vivir
y siente sólo rápidos destellos
de amor, amistad, odio o compasión
hacia personas que ahora son espectros.
Pero el olor, el embriagante olor de los limones
nunca la abandonó. Cierra los ojos
y encima de su rostro ve las frutas
y el resplandor solar de sus cortezas.
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